Los chilenos han modificado hábitos de consumo para enfrentar la escalada de precios, restringiendo gastos en electricidad, alimentos y uso del automóvil.
El aumento de los precios internos es hoy el problema principal de la economía chilena y, particularmente, de los consumidores, según un estudio del Centro de Encuestas La Tercera (Celat).
Dos tercios de la población estiman que la inflación es su principal problema económico, y que las medidas adoptadas por el gobierno no le han ayudado suficientemente.
En mayo, el Indice de de Precios al Consumo (IPC) registró un aumento de 1,2 por ciento mensual, lo que hizo que la inflación acumulara un alza de 8,9 por ciento en 12 meses, la más alta desde 1994.
Según la encuesta, los jefes de hogar están pesimistas respecto de las medidas adoptadas por el gobierno para hacer frente a la situación y que, en cambio, han modificado patrones de consumo para enfrentar la subida de precios.
Tras ocho años en que la inflación estuvo controlada en torno a 3 por ciento, los consumidores chilenos enfrentan hoy un nivel de precios que se empina como el más alto en década y media. Para seis de cada 10 chilenos, ése es su principal problema económico.
La cifra muestra que la inflación afecta cada vez a mayor parte de la población, pues en un sondeo anterior, de octubre de 2007, cinco de cada 10 encuestados (48 por ciento) opinaba de forma similar.
Para un 20 por ciento de los entrevistados, los bajos sueldos son su principal problemática, y para 9 por ciento es el endeudamiento. El 6 por ciento restante menciona al desempleo.
En este escenario, el 21 por ciento de los encuestados cree que la prioridad del gobierno debe ser impedir que los precios suban y un 23 por ciento que aumenten los sueldos.
El 18 por ciento cree que el crecimiento tiene que ser lo más relevante, y el 10 por ciento que aumenten los subsidios para los pobres.
Un 38 por ciento de la población afirma que el encarecimiento de los combustibles es lo que más ha castigado su presupuesto, mientras que un 48 por ciento menciona a los alimentos, cereales, carnes y pan, y el 11 por ciento a la electricidad. El impacto de los precios tuvo fuerte incidencia en la canasta familiar.
El gobierno ha dispuesto subsidios y otros paliativos para neutralizar los precios más altos del petróleo y sus derivados: 52 millones de dólares para frenar el paro de los camioneros, 1.000 millones de dólares para el Fondo de Estabilización del Petróleo y otros bonos a las familias más pobres.
No obstante, el 56 por ciento de los chilenos considera que esas medidas no le han ayudado en nada y el 31 por ciento muy poco. Sólo el 11 por ciento admite un efecto importante.
En cambio, el 61 por ciento cree que lo que el gobierno sí debe hacer para enfrentar la inflación es bajar impuestos como IVA (impuesto al valor agregado) y el impuesto específico a combustibles.
El 67 por ciento de los encuestados admitió que hoy consume menos carnes que hace siete meses y el 4 por ciento que no la utilizó en su dieta. Un 47 por ciento recortó su gasto en lácteos y 41 por ciento en pan. La encuesta muestra cómo los chilenos están trasladando gasto en bienes más caros hacia más baratos.
Pero el consumo de vegetales es el mismo para 60 por ciento de la población e, incluso, un 6 por ciento de los jefes de hogar dice haber aumentado su compra.
Similar tendencia se muestra en cuanto a la demanda de transporte, donde cuatro de cada 10 encuestados dijo usar menos su auto y tres de cada 10 usar menos el transporte público, pese a que las tarifas están congeladas.
La campaña de ahorro de energía del gobierno parece influir en la población. En mayo, la caída de la demanda eléctrica fue de 6,9 por ciento. La encuesta reveló que el 72 por ciento redujo su consumo de electricidad y sólo 28 por ciento lo mantuvo o aumentó.
Además, al inicio del invierno, la mitad de los chilenos bajó el uso de calefacción y el 11 por ciento no la utilizó, mientras que el 25 por ciento la mantuvo y sólo el 3 por ciento lo subió.
El aumento de los precios internos es hoy el problema principal de la economía chilena y, particularmente, de los consumidores, según un estudio del Centro de Encuestas La Tercera (Celat).
Dos tercios de la población estiman que la inflación es su principal problema económico, y que las medidas adoptadas por el gobierno no le han ayudado suficientemente.
En mayo, el Indice de de Precios al Consumo (IPC) registró un aumento de 1,2 por ciento mensual, lo que hizo que la inflación acumulara un alza de 8,9 por ciento en 12 meses, la más alta desde 1994.
Según la encuesta, los jefes de hogar están pesimistas respecto de las medidas adoptadas por el gobierno para hacer frente a la situación y que, en cambio, han modificado patrones de consumo para enfrentar la subida de precios.
Tras ocho años en que la inflación estuvo controlada en torno a 3 por ciento, los consumidores chilenos enfrentan hoy un nivel de precios que se empina como el más alto en década y media. Para seis de cada 10 chilenos, ése es su principal problema económico.
La cifra muestra que la inflación afecta cada vez a mayor parte de la población, pues en un sondeo anterior, de octubre de 2007, cinco de cada 10 encuestados (48 por ciento) opinaba de forma similar.
Para un 20 por ciento de los entrevistados, los bajos sueldos son su principal problemática, y para 9 por ciento es el endeudamiento. El 6 por ciento restante menciona al desempleo.
En este escenario, el 21 por ciento de los encuestados cree que la prioridad del gobierno debe ser impedir que los precios suban y un 23 por ciento que aumenten los sueldos.
El 18 por ciento cree que el crecimiento tiene que ser lo más relevante, y el 10 por ciento que aumenten los subsidios para los pobres.
Un 38 por ciento de la población afirma que el encarecimiento de los combustibles es lo que más ha castigado su presupuesto, mientras que un 48 por ciento menciona a los alimentos, cereales, carnes y pan, y el 11 por ciento a la electricidad. El impacto de los precios tuvo fuerte incidencia en la canasta familiar.
El gobierno ha dispuesto subsidios y otros paliativos para neutralizar los precios más altos del petróleo y sus derivados: 52 millones de dólares para frenar el paro de los camioneros, 1.000 millones de dólares para el Fondo de Estabilización del Petróleo y otros bonos a las familias más pobres.
No obstante, el 56 por ciento de los chilenos considera que esas medidas no le han ayudado en nada y el 31 por ciento muy poco. Sólo el 11 por ciento admite un efecto importante.
En cambio, el 61 por ciento cree que lo que el gobierno sí debe hacer para enfrentar la inflación es bajar impuestos como IVA (impuesto al valor agregado) y el impuesto específico a combustibles.
El 67 por ciento de los encuestados admitió que hoy consume menos carnes que hace siete meses y el 4 por ciento que no la utilizó en su dieta. Un 47 por ciento recortó su gasto en lácteos y 41 por ciento en pan. La encuesta muestra cómo los chilenos están trasladando gasto en bienes más caros hacia más baratos.
Pero el consumo de vegetales es el mismo para 60 por ciento de la población e, incluso, un 6 por ciento de los jefes de hogar dice haber aumentado su compra.
Similar tendencia se muestra en cuanto a la demanda de transporte, donde cuatro de cada 10 encuestados dijo usar menos su auto y tres de cada 10 usar menos el transporte público, pese a que las tarifas están congeladas.
La campaña de ahorro de energía del gobierno parece influir en la población. En mayo, la caída de la demanda eléctrica fue de 6,9 por ciento. La encuesta reveló que el 72 por ciento redujo su consumo de electricidad y sólo 28 por ciento lo mantuvo o aumentó.
Además, al inicio del invierno, la mitad de los chilenos bajó el uso de calefacción y el 11 por ciento no la utilizó, mientras que el 25 por ciento la mantuvo y sólo el 3 por ciento lo subió.
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