viernes, 28 de noviembre de 2008

martes, 18 de noviembre de 2008

El fin de "Israel Potencia"




Israel está forzando un alto el fuego "favorable" por medio de la masacre de civiles. El eclipse militar de Israel, y lo que se viene en Medio Oriente.




Niña libanesa asesinada en el bombardeo (Foto EFE)
Después de fracasar con su plan A militar y con su Plan B diplomático (conferencia de Roma) para exterminar a Hezbolá y controlar Líbano, con sus tropas terrestres replegadas en el sur y dándole una tácita victoria a Hezbolá, la estrategia de los halcones sionistas de Tel Aviv parece haber virado en una dirección precisa: forzar un alto el fuego inmediato en el Consejo de Seguridad de la ONU mediante una presión con la masacre de civiles por medio de los bombardeos masivos. La estrategia encubierta de la matanza.

Por Manuel Freytas

Presionar al Consejo de Seguridad que se reúne, este lunes: No hay otra lectura lógica para la matanza de 55 civiles, entre ellos 37 niños, que realizó el domingo la aviación judía en una aldea de Kana, argumentando que se trata de una base de lanzamiento de cohetes de Hezbolá.

Esta actitud de genocidio indiscriminado y sin miramientos, en las presentes circunstancias de derrota militar y de creciente presión internacional que afronta Israel en Líbano, no tiene otro objetivo que el de apresurar una orden de alto el fuego por parte del Consejo de Seguridad de la ONU que se reúne este lunes.

No se trataba de un bunker de Hezbolá, sino de un edificio de refugiados de anteriores bombardeos, según las autoridades libanesas, por eso la presencia mayoritaria de niños y mujeres.

Imposible atribuir el asesinato a un "error colateral" de la aviación israelí, que actúa con elementos de precisión informatizados para la detección de blancos y misiles guiados por rayo láser contra sus objetivos.

El asesinato no se puede explicar de otra manera que no sea una "operación de inteligencia" encubierta dentro de un supuesto "error militar" como el que le atribuyó el primer ministro Olmert y su gabinete al genocidio.

En términos estratégicos, la matanza indiscriminada busca presionar una adhesión al pedido de alto el fuego emanado de las potencias que integran el Consejo, posibilitando un repliegue "honroso" (sin asumir la derrota militar) de las tropas israelíes acorraladas en la ratonera de Líbano.

Y, como segundo objetivo encubierto, la masacre militar busca revertir su derrota con el "terror" de su poder de fuego aéreo utilizado como factor "disuasivo" y en forma indiscriminada.

El asesinato ya levantó una ola de indignación mundial, y en Beirut una multitud enfurecida destruyó las instalaciones de la ONU, y las reacciones de gobiernos y organizaciones internacionales crece como una avalancha incontenible.

Ese, sin lugar a dudas, era el objetivo mensurado y buscado por los los halcones que planificaron la masacre, generar una situación de alto impacto humanitario para "desempantanar" su situación militar en Líbano forzando un alto el fuego favorable a su repliegue.

También la acción violenta (y genocida) de los halcones del mando militar israelí apunta a los políticos "moderados" del gabinete de Olmert, que buscan estrategias "más flexibles" con Hezbolá para evitar sus ataques a ciudades israelíes que precipitan la ira y el miedo entre los pobladores, y erosiona el poder político del gobierno del Estado judío.

En términos de acción psicológica, los expertos militares israelíes presionan con un "callejón sin salida" de la matanza, para forzar una "solución humanitaria" con el alto el fuego.

Ya hay un antecedente inmediato: antes de la conferencia de Roma, el miércoles pasado, la aviación israelí mató a sabiendas (según está probado por investigaciones de la ONU) a cuatro observadores de la ONU en un refugio que estaba claramente identificado por las fuerzas militares israelíes.

La maniobra buscaba en ese momento, el miércoles pasado, presionar el apoyo al Plan B diplomático presentado por Condoleezza Rice, y cuyos puntos esenciales era el alto el fuego inmediato, con una fuerza multinacional controlando Líbano y un desarme y aislamiento de Hezbolá.

Como fracasó el Plan A militar, también fracasó el Plan B diplomático, con la renuencia de los países y potencias presentes en Roma a suscribir de inmediato un cese del fuego en los términos previstos por el plan judeo-norteamericano.

Esta semana estalló en Tel Aviv, a consecuencia de las presiones internacionales y de la derrota militar en Líbano, una división tajante entre "halcones" militaristas " (que quieren profundizar la ofensiva terrestre y aérea) y políticos "moderados" que quieren limitar al mínimo las acciones militares para desinflar las presiones internacionales y las convulsiones sociales en Israel. (Ver: La derrota militar de Israel en Líbano y la guerra entre "halcones" y "moderados" en Tel Aviv).

Lo que los halcones militaristas israelíes están están buscando por estas horas, así lo marcan claramente las evidencias, es que el Consejo de Seguridad, este lunes, decida "parar la masacre", posibilitando su retiro de Líbano sin asumir la derrota militar.

La conclusión también es clara: si la aviación israelí masacró ya a más de 800 civiles en Líbano buscando un objetivo militar ¿qué problema tienen los halcones israelíes para asesinar a más civiles en la búsqueda de un repliegue sin asumir la derrota? Es cruel e inmoral, pero la guerra no se maneja con cuestiones morales sino con resultados militares.

La derrota militar de Israel en Líbano, en términos estratégicos, significa un giro de 180 grados en su política de "disuasión" hacia el mundo árabe practicada hasta ahora en Medio Oriente: presentarse como una superpotencia invencible.

Líbano le está costando al Estado militarista judío, el fin de un mito: la superioridad militar de Israel.

Y la conclusión en este marco también es clara: esta derrota de Israel a manos de Hezbolá, despertó al mundo árabe y le va a costar al Estado sionista judío, además de un conflicto generalizado en Medio Oriente, una derrota estrepitosa de sus aspiraciones hegemónicas como gendarme del Imperio norteamericano en la región.

Atención al eje: Irán, Siria, Rusia, al que se agrega ahora la Venezuela petrolera y "rearmada" de Hugo Chávez.

Ayer en el mundo árabe, en sus medios y corrillos de inteligencia, se hacían la siguiente pregunta: si la alianza judeo-norteamericana no pudo doblegar a Hezbolá, una guerrilla de 5 mil efectivos ¿que le va a pasar si deciden entrar en Irán donde hay una fuerza preparada y entrenada de 150.000 combatientes de guerra de guerrillas?

Todavía no hay mensuramiento estratégico de la derrota israelí en Líbano, pero hay algo en claro: la resistencia árabe le "perdió el respeto" a su poderío militar y esto va a tener una incidencia inmediata en todo el contexto de Medio Oriente, principalmente en Líbano, Irak y Palestina.

El mito del Israel que "disuadía" con el poder de su fuerza militar convencional estalló en mil pedazos.

Y también quedó en claro una situación emergente: EEUU, la sede del lobby judío que controla el mundo, va a tener necesariamente que acudir en auxilio militar de su "hijo menor", no ya en carácter encubierto como en Líbano, sino a cara descubierta.

Lo que garantiza, a corto y mediano plazo un conflicto generalizado en Medio Oriente, con Israel y EEUU como centro de una ofensiva generalizada de la resistencia árabe e islámica, cuyo desenlace es imprevisible hasta para un mago.

Esta vez, y en términos sencillos, Israel "metió la pata", a sus estrategas militares se les fue la mano con la impunidad de la que venían gozando, fueron derrotados (a pesar de la masacre de civiles) en el teatro de operaciones militares por Hezbolá, no pudieron cumplir con el objetivo de máxima: destruir a Hezbolá y apoderarse de Líbano, y ahora presionan una salida estratégica profundizando la matanza de civiles.

De cualquier manera, y mirando en perspectiva, el panorama para los halcones del Estado sionista israelí no resulta nada positivo.

Está claro que la derrota israelí, acompañada de su campaña genocida en Líbano, obligó tanto a los potencias como a los gobiernos árabes que fueron cómplices de la masacre durante 18 días, a movilizarse para condenar a la agresión judía en términos abiertos.

Está claro también que el silencio mediático de la masacre impuesto por el lobby judío que controla las grandes cadenas (y también los emporios locales de la comunicación) , fue rebalsado por la dinámica de los acontecimientos y en sus portadas empieza a asomar la "tragedia de Líbano".

Parar la "tragedia de Líbano" (u otros conceptos parecidos) es la nueva estrategia embozada que ya se puede apreciar en las editoriales y titulares de las grandes cadenas mediáticas en sintonía con las necesidades del Estado judío vencido en el campo de batalla.

"Parar la tragedia de Líbano", "parar el derramamiento de sangre", significa, en términos estratégicos reales, parar a Hezbolá para que el ejercito judío invasor regrese a casa sin asumir la derrota.

Esa es la estrategia comunicacional, claramente visible, que empieza a observarse en la pantalla de las grandes cadenas, con la CNN a la cabeza, y que también está orientada a presionar un cese al fuego en los términos que favorezcan a la posición de Israel y EEUU.

Y con la reunión del Consejo de Seguridad, mañana lunes, se inicia otra maniobra estratégica del Estado israelí y del lobby judío de Washington, para revertir su situación de derrota en Líbano, presionando la votación de un Plan C, de apuro, que seguramente, y a la luz de los acontecimientos de masacre precipitados por la aviación judía, las grandes potencias no van a poder soslayar.

Pero será, de suceder, una "victoria" a lo Pirro:

Hezbolá ya advirtió el sábado, antes de la masacre, que no va acatar un cese del fuego, y advirtió que va a incrementar la potencia y los radios de ataque sobre las ciudades del norte de Israel.

Como dicen los expertos, la verdadera pesadilla para Israel, recién comienza.


Lo ke los medios de comunicación No cubren - Detención de Elena Varela